Despedida – Cuento

Aquella noche no pudo dormir, estaba acostado en una cama ajena de un hotel cualquiera, tan lejos de su ciudad natal, el silencio de la noche era opacado por el sonido intermitente de la lluvia que no paraba desde la tarde, una tenue luz, que el creía era de la luna, asomaba tímida por la ventana.

Esa noche no podía dormir, pensando en todo y en nada como es su costumbre, cayendo enrededado en un espiral infinito hacia la sensación de vació en ese estado incomodo entre despierto y dormido que lo invitan al delirio de absurdos pensamientos, de tontas teorías y sueños recurrentes de escenas improbables, y reconstruyendo una y otra vez diálogos inexistentes….

no pudo más con la sensación de ausencia, tomo una manta y se cubrió el cuerpo mientras sentía como el frió de la noche lo abrazaba, camino despacio, mareado o medio dormido hacia el baño, no prendió la luz y se apoyo en la ventana… ¿de donde  vendría esa luz? se preguntaba, la luna esta escondida entre esas nube que derraman lluvia…

prendió un cigarro, miro por la ventana el pequeño  jardín del hotel, las gotas de lluvia salpicando en las piedras blancas, y por alguna razón se acordó de aquella historia… como se llamaba? era sobre un hombre andaba por el mundo buscando, sin saber lo que buscaba, ni lo que quería encontrar , era simplemente un buscador. El sabía que algo debía encontrar para darle un sentido a su vida, y aunque temía encontrarlo, también lo ansiaba . Llegó en una ocasión a un pueblo , pequeño, rodeado por ligeras laderas llenas de flores, que culminaban en una pequeña colina , y hacia allí se dirigió; el lugar le atrajo por toda la belleza que mostraba, casi en la cima había una puerta; la atravesó y se fijó en unas piedras blancas, extendidas por todo el suelo, que se marcaban claramente sobre la verde hierba, y que estaban en toda la zona que protegía una cerca… cuándo se acercó a las piedras, vió que , en la primera de ellas, había un nombre , junto con una cantidad de años, meses y dias; más adelante, encontró otra con las mismas características, y otra y otra más; confundido, comprendió que había entrado a un cementerio , que había visto simples piedras sin darse cuenta de que eran lápidas ; y entonces, le entró un gran dolor; todas tenían una cantidad de años que no superaba en ningún caso los once, todas eran tumbas de niños, y el mayor no tenía más de once años; derrotado por tan gran dolor se sentó en la hierba , cerca de una de ellas. Entraba en ese momento un vecino del pueblo que se dirigió hacía él , al verle en tan mal estado y al preguntarle , el buscador, llorando le contestó : qué clase de maldición hay en este pueblo, para que haya tanto niño aquí enterrado; qué ha podido ocurrir aquí, para que este cementerio sólo tenga niños. A estas terribles palabras, el vecino del pueblo, suspiró profundamente y le explicó : no temas, no hay ningún tipo de maldición, no es lo que estás pensando lo que ocurre en nuestro pueblo. Te contaré nuestra costumbre y así entenderás: cuándo nuestros niños cumplen 15 años, los padres les damos una libreta que, siempre llevarán consigo hasta el final de sus días  En ella, cuándo tengan un rato de felicidad, anotarán el hecho que lo originó, y, el tiempo que duró esa sensación. Así, cuándo uno de nosotros mueren, anotamos junto a su nombre , todo el tiempo durante el cuál han disfrutado en la vida, han sido felices, y por ello lo has visto de forma tan precisa inscrito junto a su nombre .
El buscador, entonces, comprendió. Y, dejó de buscar.

Apago el cigarro en la lluvia y reflexiono en la forma tan sencilla que todos perdemos en instantes lo que tanto buscamos, pensó que no tenia una libreta, se volvió a asustar de pensar que no tendría muchos años acumulados… finalmente se convenció de que era importante romper el patrón .. «lamento que no funcionara… debemos re inventarnos» pensó que quizá esas serian las palabras perfectas para iniciar un dialogo que nunca se dio antes de una despedida.

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