Entre Bocanadas – Cuento

Siempre hay una historia detrás de cada una de las historias pensaba acostado en su viejo  sillón mientras miraba como desaparecía lentamente el ultimo rayo de sol que entro por su ventana y en su equipo de música dejaba de sonar un triste piano y la letra que comenzó con un “he querido regalarte en un día tan especial un baúl imaginario donde puedas ensoñar…” y ahora concluía con un tristísimo “feliz cumpleaños”.

La habitación quedó en silencio, la noche entraba apoderándose de cada ricon, dejándolo en la penumbra recostado en el sillón donde solían pasar juntos su cumpleaños. Prendió un cigarrillo y observaba bocanada tras bocanada las extrañas figuras que formaba el humo, mientras pensaba que esta podría ser la portada pintoresca de algún álbum musical que aun sueña con producir.

Ahora estaba allí y su cerebro empezó una conversación intensa sobre el momento, quería pensar en como hubieran sido las cosas si su vida la hubiera llevado lejos de la “creme” de la critica, si no le hubiera dado valor y peso a las personas que con sus trajes opulentos siempre le tendían la mano para susurrarle alguna critica, o un consejo, o una mejora. Finalmente siempre vivió para complacer a los demás, y cuando tubo el prestigio de esta gente, se sintió solo y frustrado, no sentía que estaba donde quería.

¿Pero porque no ha dejado de escucharlos? ¿Sería el miedo? Tal vez se quería convencer de que la critica es buena, en algunos casos; objetiva, en otros; o que ayuda (¿quizá a crecer?). Pero poco a poco caía en cuenta que todo eso era mentira, que no hay crítica con amor, que cada vez que alguien le critico le impuso su opinión para hacer de él lo que ellos quisieran, y no realmente lo que él quería, terminó viviendo su vida para todos los demás menos para quien realmente importa: él

Una ceniza larga, producto de un cigarro no fumado, se desprendió de la colilla entre sus dedos y se deshizo al aterrizar en la alfombra, él, ni se inmuto. La habitación estaba prácticamente a oscuras, y el perdido en aquella boca de lobo, con la mirada igual de perdida en el techo pensaba que hoy en día ya de amor no muere nadie, y que él seria un caso único de rebrote de amor mortal en nuestros tiempos.

Se sentía un tipo cualquiera, con sus propios defectos y pecados, era un claro oscuro de oscuros oscurísimos, tenia sus días buenos y malos, sus días pésimos y esos días que no son días y se reconfortaba sintiéndose normal, transparente y real, no una farsa o un ser pre fabricado, solo manipulado y nostálgico cobarde que no se atrevió a pararse en situaciones donde ameritaba un heroico “ándate a la mierda” y abrirse paso por el mundo para seguir creciendo, explorando, disfrutar del olor del riesgo, de la creatividad, de la vida…

Y aquí esta él, solo, oculto en la oscuridad de sus pensamientos, reflexionando, meditando, hasta deseando que su suerte hubiera sido distinta, que ya no era un chiquillo para andar a merced de otros y para otros, y que necesita el valor para tomar las riendas de su propia vida, porque por culpa de esa carencia ha perdido tiempo, amores, y razones. Que la suma total de todo esto lo tiene exactamente donde esta. Deseando tener una nueva oportunidad para levantarse y declarar su propia independencia, y vivir!

El sonido del timbre distrajo sus pensamientos, prendió la luz y se dirigió raudo hacia la puerta, no esperaba visitas, menos hoy y a esa hora, completamente despeinado abrió la puerta y la vio allí, parada, guapa, tierna, humilde, sin decir una palabra él quedo asombrado por la visita. Ella empezó diciendo “he venido hoy porque quería decirte que estaba pensando…” y empezó a caminar hacia él, con la clara intención de entrar a su apartamento y en eso, el estiro la mano, como deteniéndola sin tocarla, el gesto la dejo fría, inmóvil, y le corto la frase: “… estaba pensando en que quería intent…” y él le dijo secamente con la mirada en el suelo, espera, tengo algo muy importante que decir, hizo una corta pausa, levanto la mirada y grito: “ándate a la mierda mundo entero” y sin darle tiempo a reaccionar la abrazo con  ternura y mientras le besaba la mejilla le susurro al oído “déjame ser tuyo amada mía”.

 

  1 Comentario

  1. Sylvia   •  

    Cuantas ocasiones ameritan ese «heroico» andate a la mierda… :D, el final no lo esperaba, bueno.

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