Final – 11va Parte

“He aprendido que una vida no vale nada, pero también que nada vale una vida”. – André Malraux

 

Yo conocí una mujer que fue siete veces mujer, y al paso de las horas, meses y años me fasciné de tan maravilloso ser hasta aquella terrible noche en que la perdí.

 

No podía creer que estaba pasando, no tenía la claridad en ese momento de ver que había sucedido, estaba en una especie de burbuja que me mostraba lo que quería, y me retenía a su antojo sin poder ser claro y vislumbrar lo que estaba aconteciendo.

 

Ha tenido que pasar mucho tiempo para que pueda entender que sucedió, y cuando me di cuenta ya fue demasiado tarde, porque aunque no lo crean su insensibilidad, irresponsabilidad, impulsividad, frialdad o superficialidad emocional eran muy notorias, ¿como una persona así podría sentir culpa o amor? ¿Cómo la limpia vidrios, Diana, había logrado arrastrarme a todo esto?

 

No me había dado cuenta, que desde nuestro primer encuentro, ella era parte del momento, siempre estaba allí, haciendo lo suyo, limpiando o sirviendo café, pero también escuchando y analizando lo que sucedía, era bien locuaz para, en las noches, transmitir todas sus opiniones a sus hermanas con un encanto superficial, sabía bien como lograrlo, aplicaba esa regla que dice “divide y vencerás” y lograba engaños y manipulaciones a cada una de ellas por separado, las lograba arrastrar a su asqueroso mundo de carencias y defectos, denotando esa escasa profundidad de los afectos, volviendo insensible a cada una de ellas, y logrando romper los fuertes vínculos emocionales que construimos.

 

Al no darme cuenta de sus amplias manipulaciones, no pude advertir cuando influía en María José, la ejecutiva, para que tenga el poder, quiera comandar y derrocar a sus hermanas; cuando encerraba a Acuarella, la niña, a jugar por algún lado luego de haberle desinflado sus ilusiones, de convencerla de lo inútil y poco funcional que es soñar en estos tiempos; cuando convencía a Cristal, la puta, de que la entrega no solo debe ser por placer, que debería exigir más a cambio de su cuerpo; cuando explotaba el lado oscuro de Nathalie, la literata, haciéndola sentir una aguja en un pajar, que nadie en este mundo le sería suficiente; cuando a Paula, la cocinera, le llenaba la cabeza de ideas y paradigmas que le impedían hacer y disfrutar lo que amaba: comer o cuando a Alejandra, la Diva, la arrastró hacia su mundo de carencias y rencores, haciéndola creer que tenía que trabajar para darle una apariencia a la ejecutiva, que tenía que sacrificarse para arreglar las manos y cabellos además de bajar los kilos que irresponsablemente subía la cocinera, o tener que pasar horas arreglándose para que la puta sea tan exageradamente puta.

 

No me pude dar cuenta, llegó un momento que perdí la noción de quién era quién, y en qué momento aparecía, y cómo se mezclaron inexplicablemente tan definidas mujeres.

 

Tampoco me di cuenta cuando entré en un vertiginoso juego que me arrastró a conocer una parte de mí que no me agrada, logró que una a una, estas mujeres potenciaran en mí rasgos innecesarios que empujaron nuestra relación al límite. Tener ese sentido de competencia innecesario con María José, la ejecutiva; desconfiar y sentir celos de Cristal, la puta; sentía envidia de quien me complementaba como Nathalie, la intelectual o cólera e inseguridad por no llegar a ser quien quería que sea Alejandra, la Diva.

 

La limpia vidrios nunca aceptó la responsabilidad de sus acciones, era necia como ella misma y en su cruel y parasitaria forma de vida seguramente estaba convencida de que lo que hacía era por un bien común.

 

Nunca tuvo metas realistas, quizá su única meta era acabar con las de sus hermanas, empujándolas a la impulsividad, a la irresponsabilidad de la que tenía el control, a la conducta sexual promiscua que no necesitaba y al gran final aquella noche donde logró traspasar todas la reglas y leyes sociales donde, quién sabe cómo, logró adormecer a todas sus hermanas y con una impecable falta de culpa o remordimiento ingirió todas esas pastillas que la durmieron lentamente y la llevaron a una innecesaria muerte.

 

 

  1 Comentario

  1. Karla Rondon   •  

    Y a todo esto …. ¿Cuál de estas 07 mujeres es la que te impresionó y te impulsó a seguir adelante con este «Directorio»?

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